El objetivo del cifrado es distorsionar los datos de tal manera que nadie que los tenga pueda leerlos a menos que sea el destinatario previsto. **El cifrado** se basa en encontrar números primos que se multiplican para obtener un número no primo. Este proceso es lento y requiere mucho tiempo, e incluso el mejor enfoque actual requiere una cantidad significativa de tiempo para que una computadora normal encuentre los factores de un número grande.
Si alguien con una gran computadora cuántica tuviera acceso a ella hoy, representaría una importante amenaza a la privacidad y la seguridad de Internet. Esto se debe al uso del **algoritmo de Sho**, que aprovecha la superposición y la interferencia cuánticas para encontrar rápidamente los factores de un número determinado.
El cifrado no es infalible, pero dificulta el acceso no autorizado. Sin embargo, la computación cuántica tiene el potencial de facilitar mucho el acceso a datos cifrados. El algoritmo de Shor permite transformar una suposición en una mejor suposición, y las computadoras cuánticas pueden realizar cálculos sobre superposiciones de números, lo que acelera significativamente el proceso.
La transformada cuántica de Fourier se utiliza para encontrar la frecuencia de la propiedad repetitiva de las potencias que comparten factores con el número dado. Una vez que se encuentra la frecuencia, se puede romper el cifrado y descifrar los datos.
Si bien el algoritmo de Shor tiene el potencial de romper el cifrado, las implementaciones cuánticas actuales tienen una memoria limitada y solo pueden factorizar números pequeños. Se necesitaría mucha más memoria cuántica para factorizar los grandes números utilizados en el cifrado moderno.
En general, si bien la idea de que las computadoras cuánticas rompan el cifrado es preocupante, no es una amenaza inmediata. Los usuarios pueden tomar medidas para mejorar su seguridad en línea mediante el uso de administradores de contraseñas como Dashlane, que utilizan cifrado para almacenar y compartir contraseñas de forma segura.