Hoy en día conocemos 118 elementos químicos que están bien encajados en la tabla periódica, pero esta cuadrícula no siempre ha sido tan satisfactoria. Al principio, conocíamos solo algunos elementos que se pueden encontrar en estado puro en la Tierra, como oro, cobre, carbono o azufre. Luego descubrimos cómo extraer metales de las rocas y la lista empezó a crecer: plomo, estaño, hierro, aluminio, y a finales del siglo XIX ya habíamos llegado a unos 90 elementos.
Pero cuando parecía que no había más elementos por descubrir, Marie Curie demostró que aún había unos cuantos escondidos en las rocas radiactivas. Aquí surgió un obstáculo: la teoría sugería que aún faltaban elementos radiactivos por identificar, pero no había ni rastro de ellos en nuestro entorno.
Entonces, ¿Cómo conseguir elementos nuevos? Podemos usar un acelerador de partículas o un reactor nuclear, pero también podemos buscar en lugares inusuales. En 1950, un científico llamado Albert Ghiorso descubrió cuatro elementos radiactivos: americio, curio, berkelio y californio, los elementos 95, 96, 97 y 98. Pero Ghiorso enfrentó un problema: no había ni un solo átomo del elemento 99 en la Tierra.
Entonces, Ghiorso decidió fabricar el elemento por sí mismo. Para crear un elemento nuevo, todo lo que necesitas es saber que lo que distingue a un elemento de otro es el número de protones en sus átomos. Así que Ghiorso tomó muestras de plutonio, que tiene 94 protones, y las bombardeó con núcleos de helio o neutrones en un acelerador de partículas. Algunas de estas partículas se clavaron en los átomos de plutonio y aumentaron el número de protones a 95, 96, 97 o 98.
Aunque este método es lento, Ghiorso logró fabricar cuatro elementos que nadie había visto antes. Sin embargo, fabricar una cantidad detectable del elemento 99 podría llevarle años con el acelerador de partículas. Pero en 1952, algo sucedió que adelantó enormemente su descubrimiento.
El ejército de Estados Unidos estaba a punto de detonar la primera bomba termonuclear. La explosión fue tan fuerte que borró un atolón remoto del mapa, formando un hongo nuclear de 32 kilómetros de ancho y liberando una gran cantidad de polvo radiactivo. Los científicos de la operación de prueba utilizaron aviones equipados con filtros especiales para recolectar el polvo radiactivo directamente del hongo atómico.
El polvo radiactivo contenía cantidades considerables de plutonio 244, un isótopo que se tarda meses en producir con un acelerador de partículas. Ghiorso se dio cuenta de que si un polvo radiactivo podía contener plutonio 244, también podría contener una fracción detectable del elemento 99. Y estaba en lo cierto.
Gracias a la filtración de los aviones y a su equipo de investigación, Ghiorso logró aislar y confirmar la existencia del elemento 99, al que llamaron Einsteinio en honor a Albert Einstein. Este nuevo elemento es tan radiactivo que solo se produce una pequeña cantidad cada año, y no tiene aplicaciones prácticas en nuestra vida cotidiana.
Aunque el proceso de descubrimiento del Einsteinio fue desafiante, amplió la tabla periódica y nos permitió comprender mejor el mundo de los elementos químicos.