El osmio: el metal más denso y escaso conocido

Hoy os voy a hablar del {elemento mas denso} conocido y el segundo elemento no radiactivo más escaso de la Tierra. Pero como siempre, vamos a ver primero de dónde salió este elemento.

De dónde salieron los Míos

Los átomos de los míos se forman en el espacio de dos maneras distintas: lentamente en el interior de estrellas de masa media o muy deprisa a partir del material ultra denso que sale despedido cuando dos estrellas de neutrones colisionan. El Osmio no solo es súper escaso en la Tierra, sino que además la mayor parte del poco osmio que llegó a nuestro planeta se hundió hacia el núcleo mientras se formaba.

O sea, que si queréis salir a buscar algún mineral de osmio en la superficie terrestre, pues os deseo suerte porque va a ser muy complicado. El único mineral de los míos propiamente dicho que he podido encontrar es la erlichmanita, un sulfuro de osmio muy poco común que ocurre en forma de granos minúsculos.

Otras aplicaciones del Osmio

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Una consecuencia de que los minerales de los míos sean tan pocos y escasos es que no hay ningún lugar en la Tierra en el que este elemento esté lo bastante concentrado en las rocas como para que extraerlo resulte rentable. Ahora bien, el osmio también está presente en forma de impurezas en minerales de otros elementos más comunes y más demandados, como el cobre y el níquel.

Por eso, el poco osmio que se produce cada año se obtiene como subproducto de la extracción de otros metales. Las aleaciones de metales nobles que ocurren de manera natural suelen contener trazas de osmio. Los ejemplos son la aleación natural de osmio e iridio y las pepitas de platino que a menudo están mezcladas con otros metales escasos.

El químico inglés Smithson Tennant identificó el osmio en 1803, precisamente a partir del platino. Un metal que se había descubierto un siglo antes. En fin, en todos los años que llevo leyendo sobre elementos químicos, siempre me ha llamado la atención que los míos se describan como un metal con un color gris azulado.

Y ahora que por fin tengo una muestra de osmio en mi colección, puedo compararlo con otros metales para comprobar si eso es cierto. Como veis, si coloco la muestra de los míos sobre un cubo de aluminio y junto a una barra de wolframio, dos metales que son claramente grises, parece que los míos tienen una ligera tonalidad azulada.

¿Y por qué el osmio tiene este leve tono azulado cuando casi todos los demás metales son grises? Pues igual que ocurre con el color del oro y el cobre, el secreto está en cómo están estructurados sus electrones alrededor del núcleo de sus átomos. Explico este fenómeno con más detalle en mi último libro, «Respuestas sorprendentes a preguntas cotidianas».

Ahí donde lo veis, el osmio también es el tercer elemento con el punto de fusión más alto conocido, con 3,045 grados. Este es el motivo por el que este elemento se usó para fabricar filamentos de bombillas incandescentes a finales del siglo 19, aunque su reinado no duró mucho porque fue sustituido rápidamente por el wolframio, ya que los filamentos de osmio eran demasiado frágiles y se rompían con facilidad si las bombillas se manipulaban bruscamente.

La tremenda densidad del Osmio

Pero la propiedad que más llama la atención de los míos es su tremenda densidad. Si tomamos una botella de agua de un litro y la llenamos de agua, pesará algunos kilos. Llena de hierro, pesaría unos 7 kilos. Llena de plomo, pesaría 11.3 kilos. Y llena de wolframio, pesaría 19.3 kilos.

Y ¿Cuánto creéis que pesaría esa botella de agua de un litro si estuviera llena de osmio? ¡22.59 kilos! Solo un poco más que el iridio, con 22.56 kilos. ¡Ordenador, pero es posible que la cifra esté desactualizada! Tal vez deberías conectarme a Internet para que lo pueda verificar. No, no diría que la cifra está bien. Los míos son el metal más denso conocido en condiciones normales, aunque solo supera al iridio por unos 30 gramos por litro.

El osmio también es un metal muy duro e inerte que no se comprime con facilidad. Por este motivo, se alía con el iridio, otro metal duro e inerte, para producir una aleación que es muy resistente a la abrasión. Esta aleación de osmio e iridio se utiliza para fabricar piezas que deben ser muy duraderas, como puntas de bolígrafos, agujas de fonógrafo y engranajes de relojes. Eso sí, al ser un metal tan escaso, el osmio es carísimo.

Aunque no he sido capaz de encontrar cifras exactas, parece que la producción anual de este metal ronda solo unos pocos cientos de kilos cada año. Si me conecto a Internet, puedo comprobarlo en una fracción de segundo. Lo que quiero decir es que el osmio es tan caro que solo se usa en productos de alta gama. Un bolígrafo o un reloj corrientes no contienen osmio. Además de su alto coste, el osmio tiene otra propiedad que limita aún más sus usos.

Este metal reacciona químicamente con el oxígeno del aire y forma tetróxido de osmio. Y esta sustancia se funde a solo 40 grados y hierve a 130. Como resultado, el tetróxido de osmio es muy volátil a temperatura ambiente, o lo que es lo mismo, se evapora de la superficie de los míos con mucha facilidad. Y eso es un problema, porque la inhalación de dióxido de osmio puede provocar edemas pulmonares mortales, incluso en concentraciones muy bajas.

El olor del Osmio

Por suerte, el osmio reacciona muy despacio con el oxígeno a temperatura ambiente, así que una pequeña masa de los míos o una pieza de aleación se puede manipular de manera segura. Los problemas aparecen cuando el osmio se pulveriza y se calienta, dos situaciones en las que el tetróxido de osmio incrementa muchísimo. De todas maneras, por si acaso, tampoco es mala idea guardar las muestras de osmio o metálico en un bote de vidrio con tapa de metal. Así se evitará que escape cualquier rastro de tetróxido de osmio o que pudiera formarse.

Lo curioso es que parece que el tetróxido de osmio desprende un olor muy fuerte que recuerda al cloro. Este es el motivo por el que este elemento se bautizó con el nombre de osmio, que viene del griego «osme», que significa olor. Eso sí, el tetróxido de osmio puede ser nocivo, incluso en concentraciones tan bajas que no se puede oler. Así que si algún día estáis en una sala con un montón de polvo de osmio caliente, ¡no inspiréis muy fuerte! No, no, no, salid de esa sala. ¡Que este es un aviso!

Otras aplicaciones del Osmio

El tetróxido de osmio tiene algunas aplicaciones, a pesar de su toxicidad. Por ejemplo, debido a que se adhiere con facilidad a los lípidos, se utiliza para teñir muestras biológicas que deben ser observadas bajo el microscopio de transmisión de electrones.

Al ser un metal tan denso, los átomos de osmio dispersan en mayor medida a los electrones que inciden sobre ellos, y las zonas de la muestra que contienen este elemento adoptan un color más oscuro en la imagen, aumentando así el contraste. El tetróxido de osmio también se llegó a usar para detectar huellas dactilares. En este caso, se colocaba la superficie con la huella sobre un recipiente que contenía una solución caliente de ácido cósmico.

El vapor de tetróxido de osmio que emanaba del líquido reaccionaba químicamente con la grasa que habían dejado los dedos en la superficie y se reducía a dióxido de osmio, un compuesto negro que oscurecía los contornos de la huella dactilar. Sin embargo, debido a la toxicidad de sus vapores, el tetróxido de osmio acabó siendo sustituido por otras sustancias más seguras que, además, revelaban las huellas de manera más eficaz. Esta facilidad que tiene el tetróxido de osmio para teñir tejidos representa un peligro adicional para nosotros, ya que se puede introducir en los ojos, teñir las retinas y causar ceguera permanente.

Más aplicaciones del Osmio

El tetróxido de osmio también se usaba como catalizador en ciertas reacciones químicas. Pero, en realidad, aunque el osmio es un metal muy interesante, no tiene muchas aplicaciones debido a su escasez, su alto precio y el hecho de que puede producir gases tóxicos. Así que hasta la próxima.

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Autor

  • Manuel Mascus

    Soy un ingeniero y periodista con una amplia experiencia en ambos campos, y aquí, en mi sitio web, encontrarás una variedad de artículos y análisis rigurosos que buscan fomentar la comprensión y el entusiasmo por estas disciplinas.

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